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31-05-2017 |
Stalinismo y la larga saga de disimular canalladas
Rolando Astarita
En una nota anterior ( aquí ), y a propósito de las mentiras con que hoy se pretende encubrir la represión del gobierno de Maduro, afirmé que existe una larga tradición de progresistas y marxistas que justificaron y defendieron, durante décadas, las inmundicias del stalinismo. Lo hicieron, además, sin ahorrar bajezas y mentiras. Entre ellas, llegaron a culpar por las muertes a las propias víctimas . Y en esto participaron muchos “amigos profesionales del Kremlin”. A fin de mostrar la larga permanencia de estos métodos, en lo que sigue transcribo pasajes de una nota, de 1936, de Trotsky. Escribía:
A dieciocho años de la Revolución de Octubre, en una época en que, según la doctrina oficial, el socialismo es una realidad “definitiva e irrevocable” en la URSS, aquellos revolucionarios enteramente consagrados a la causa del comunismo que no reconocen el dogma de la infalibilidad stalinista sufren años de cárcel, encierro en campos de concentración, trabajos forzados, tortura física cuando resisten, fusilamiento en casos de intentos de evasión reales o ficticios, o bien, son conducidos deliberadamente al suicidio. Cuando cientos de prisioneros, en protesta contra las condiciones intolerables, recurren al terrible método de la huelga de hambre, la burocracia los somete a alimentación forzada y luego los coloca en situaciones aún más horribles. Cuando ante la falta de otros medios de protesta, algunos revolucionarios se cortan las venas, los agentes de la GPU, es decir los agentes de Stalin, “salvan” sus vidas para demostrarles con renovada brutalidad que en verdad no tienen salvación alguna .
Trotsky relata entonces cómo la represión se extiende en los Partidos Comunistas de los países capitalistas. Presenta el caso de Ciliga, dirigente de la sección yugoslava de la Internacional, detenido en Moscú. Ciliga fue uno de los fundadores del PC yugoslavo; fue arrestado en 1930 por sus críticas al stalinismo y expulsado de la URSS en 1935. Se instaló entonces en París, y denunció la represión del régimen soviético. Sigue Trotsky:
En medio de este panorama horrible, la crónica del camarada Ciliga introduce un elemento sumamente trágico. Ciliga era uno de los dirigentes de la sección yugoslava del Comintern. En otras circunstancias, al surgir diferencias entre los dirigentes de un partido se hubiera recurrido a la discusión, al congreso extraordinario y en casos extremos, a la ruptura. No sucede así en el Comintern. La camarilla de Moscú envía sus instrucciones al Comité Central de la sección nacional. Este a su vez le solicita a Moscú que lo libere de la Oposición. Stalin ordena a los oposicionistas que se trasladen a Moscú y, tras un intento sumario de “convencerlos”, ordena su arresto, incomunicación y exterminio físico por distintos medios. (…) Así, el derecho de asilo para los refugiados revolucionarios está condicionado por el compromiso de renunciar al derecho de opinión independiente. El llamado a Moscú para una “conferencia” resulta, una y otra vez, una trampa traicionera. Si el “criminal” escapa, encarcelan a su esposa, hija o hijo. En estos casos, los métodos de los agentes stalinistas coinciden con las mejores tradiciones del gangsterismo norteamericano .
Los partidos que se autotitulan Comunistas, no sólo disimulan estas canalladas sin precedentes de los señores mariscales y súper mariscales… sino que, para colmo, la prensa de la Comintern trata de atribuirlas a las propias víctimas . (…)
En este cuadro actuaban los intelectuales, escritores, abogados y “amigos varios” de la URSS, que invitados a viajes, banquetes y conferencias, ocultaban lo que hacía el régimen y difundían mentiras. De nuevo Trotsky:
Corresponde mencionar aquí la categoría especial de los “amigos” profesionales del Kremlin: intelectuales en busca de un ideal dorado, escritores que descubren las ventajas de la editorial del Estado, abogados ávidos de publicidad y, por fin, los meros aficionados, atraídos por los viajes gratuitos y los banquetes de aniversarios. Luego, estas personas, que en su mayoría son parásitos, transmiten hacendosamente por los cuatro rincones del globo los inventos e insinuaciones que los agentes de la GPU susurran al oído de los “amigos” durante los heroicos banquetes en honor de la Revolución de Octubre (“Los prisioneros revolucionarios de Stalin”, 15 de enero de 1936).
Por supuesto, los intelectuales, más aún los de izquierda, conocen muy bien esta historia. Y saben también lo que ha significado en términos de confusión, corrupción y desmoralización en las filas del socialismo. Por eso, los “expertos marxistas” que hoy afirman que los muertos en Venezuela son ocasionados por las mismas víctimas, no padecen de “falta de información” o “información incorrecta”. Tampoco son ingenuos. Tienen plena conciencia de lo que dicen, y de la historia que hay detrás de lo que dicen.
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2017/05/28/stalinismo-y-la-larga-saga-de-disimular-canalladas/
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